Verdades a gritos calladas a golpes. Tupidos velos ocultando tragedias. Mentiras piadosas para un alma acongojada por el dolor de la existencia macabra en la casa de los horrores. No entra a razones aquel que no ve solo porque sus manos tapan sus ojos. No hay nada que hacer cuando el golpe de gracia ya ha sido asestado. Muerto el perro se acabó la rabia o eso dicen; a no ser que esta se haya contagiado a nuevos cuerpos. Habita el odio maldito tras generaciones, en corazones carcomidos por las circunstancias. No podemos más que ser espectadores, de como las acciones de individuos malvados aniquilan a aquellos de los que polvo ha quedado.
viernes, 26 de diciembre de 2014
sábado, 20 de diciembre de 2014
Fragmento de la novela Six II: La continuidad de las pesadillas.
viernes, 19 de diciembre de 2014
Metáforas de un dolor pasado.
Pero de repente, una luz me deslumbró; apareció ante mí lo más bonito que mis ojos vieron, un ser que irradiaba paz, y esperanza. Su mirada sincera y su sonrisa tímida despertaron las conexiones entre mis neuronas, pero aún así, estaba demasiado herida como para no recelar. Rechacé su compañía largo tiempo, aunque él no escatimó en esfuerzos para hacerme creer en él, en su bondad, en sus buenas intenciones. Y sentía una atracción tan fuerte, simplemente contemplando su sonrisa, embriagándome con su olor, deleitándome con sus dulces palabras, con su mirada de amor sincero, con todo en él. Poco a poco, fui arrastrándome cada vez más cerca de dónde él se encontraba, abandonando las profundidades de mi cárcel para acercarme a los barrotes que aún así me separaban de él, hasta poder tocar sus manos y deleitarme con su compañía. Sin quererlo y sin buscarlo, los demonios habían retrocedido, no se atrevían a hablar cuando él estaba. Mi corazón, como insuflado de vida, comenzó a latir de nuevo, con ritmos torpes y poco sincronizados al principio, pero al menos, era un atisbo de una vida que empezaba a resurgir.
Esto supuso la clave. Aquella prisión se erigía sobre mi dolor, sobre mi corazón anestesiado, y una vez despierto este, se levantaron los barrotes, y pude por fin levantarme, abrir mis alas de nuevo, aunque sin saber bien como usarlas. Fue entonces cuando él me tomó de las manos y guió mi primer vuelo hacia la libertad, hacia el cielo; llegué más alto que nunca, sentí con más fuerza que en toda mi vida. Me deslumbré con la luz que me esperaba fuera de aquella gruta en la que me encontraba encerrada, y me extasié contemplando la belleza que me rodeaba. Todo parecía ser un cosmos perfecto que giraba en torno de nosotros dos. Hasta que algo cambió. No pude anticiparlo ni preverlo, me pilló por sorpresa en la totalidad de su expresión. De repente el ser cálido y lleno de amor que me guiaba desapareció, y en su lugar me encontré con alguien que sujetó mis alas y las quebró en mil pedazos; alguien que antes de dejarme caer al vacío, hundió la mano en mi pecho, y arrancó lo que había sido mi corazón maltrecho. Incapaz de decir nada, de articular una sola palabra, solo pude contemplar como me empujaba hacia la nada, y en mi caída pude contemplar con dolor indescriptible como compartía, entre besos y risas, los bocados de mi órgano seccionado con otra persona, un ser que probablemente poseía más luz propia y más encanto que yo.
Caí. Destrocé mi cuerpo en la caída. Seguía viva, aunque agonizando, y me negaba a levantarme. Ni siquiera trataba de curar mis heridas, de preocuparme de si me estaba o no desangrando, de si me estaba abandonando la vida lentamente, pues poco me importaba todo eso. Lo único que pude hacer fue permanecer temblando, encogida, llorando sin control, esperando mi suerte, maldiciendo mi desventura. Permanecí allí hasta que los demonios que me asolaban llegaron de nuevo y con más fuerza que nunca. Arrastraron mi cuerpo débil y derrotado hasta la prisión que hacía tan poco había abandonado. Allí estaba, igual que siempre, pero con mis alas destrozadas y un hondo abismo en donde antes hubo un corazón. Permanecí allí, llorando en silencio, dejando que mis demonios me despedazaran y mi dolor me consumiera, y sin poder evitar mirar por un pequeño agujero en la pared de la celda, mi único contacto con el exterior, le vi, tan perfecto como siempre, aunque en sus ojos sentía que algo se había apagado. Probablemente fuera fruto de mi necesidad de pensar que algún día le importé algo. A pesar del sufrimiento que me producía, no pude dejar de observarle, cayendo en la cuenta de que a pesar de todo, podría volver a fundirme en sus brazos como la primera vez. Pero poca esperanza queda. Pocos sueños que aún no hayan sido aniquilados. La oscuridad, es lo único que todo lo llena.
jueves, 4 de diciembre de 2014
Soy una guerrera.
Hoy cojo aire, recojo mis armas del suelo, limpio la sangre de mis heridas y aunque tambaleándome aún, me dispongo a enfrentarme a mis demonios otra vez. No vais a acabar conmigo tan fácilmente. Soy una guerrera.
domingo, 30 de noviembre de 2014
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Soy la bombilla fundida de la sala de estar. Soy ese juguete roto que ya no se puede arreglar. Soy sangre, soy fuego, soy el todo que se convirtió en la nada. Soy ilusiones rotas. Soy vacío. Soy un corazón remendado mil veces, pero que a pesar de todo ya no late. Soy el tenue resplandor que llega de una estrella ya muerta. Soy esa taza de café vacía. Ese vaso de cristal roto en la alfombra. Soy el perfume del que ya no queda ningún rastro. Soy esa rosa marchita que ya ha perdido todos sus pétalos. Soy ese colibrí que ya no levanta el vuelo, y esa liebre que se entierra viva en su propia madriguera. Soy ese cuerpo que ya se ha convertido en el polvo del que proviene. Soy tan solo cenizas de una existencia perdida. Mas soy un ave fénix en potencia. Así que no temáis, no dudéis: volveré. Y con más fuerza que nunca.
domingo, 23 de noviembre de 2014
Tratando de sincerarme y de dejar mis sentimientos a flor de piel.
Son tiempos difíciles para mí. Definiría mi sensación de angustia incesante como estar bajo el agua y no poder salir a respirar, mientras que algo te agarra de los pies y te aleja aún más de tu objetivo. Es como un ser sentado en tu hombro y susurrando a tu oído, alimentándose del auto-odio y la inseguridad que crea en ti, creciendo cada vez más, agarrándose a tu columna, enlenteciéndote, agotándote, pues cada vez es una mayor carga, hasta que te tira de rodillas al suelo e invade la oscuridad cada resquicio de tu mente y tu existencia. A metáforas vivo. Básicamente porque soy incapaz de explicarlo de otro modo. Cuándo hablo de las voces, no son voces que escuche en realidad, no es ningún tipo de esquizofrenia la que me acomete, si no las voces de mi propia conciencia, que por otra parte siento que esta está dividida en dos mitades, y estas voces luchan entre sí, aunque una ataca más fuerte y sus gritos resuenan más profundo; es aquella que trata de acabar con la persona que fui una vez y suplantarla por un ser mecánico y apagado, por un esclavo de cadenas invisibles, a la merced de lo que dicten las normas de la supuesta perfección. Me debato entre las sombras, y cuánto más me muevo más aprieta la soga. Alguna persona puede creer que esto tiene algo que ver con la persona de la que he estado hablando anteriormente y no, no lo tiene, y es un punto que quiero aclarar. Todo esto ya venía de hacía mucho tiempo, y la única espina que él dejó respecto a este problema fue que era quién sujetaba la cuerda por la que yo trataba de subir para salir del pozo, y la soltó cuándo yo estaba ya a mitad de camino. Pero como ya he comentado (porque sé que todo esto lo he dicho ya, solo que quería recalcarlo, ya que alguna persona confusa ha creído que esto es por culpa de lo que él causó y no lo es; lo que él hizo me destrozó y aniquiló un corazón maltrecho, pero respecto a esta razón se encuentra ya demasiado cansado como para seguir dejándose carcomer y se encuentra insensible y apagado) eso no fue su culpa si no mía; erré a la hora de depositar mi confianza, otra vez, y es un error que no puedo deshacer ahora.
Lo único en lo que quiero centrarme es en tratar de recuperar lo que un día llamé vida; en recuperar la ilusión, la esperanza, las ganas. Es difícil, y sé que voy a caer mil veces todavía antes de acercarme a una posible recuperación. Pero al menos sé que realmente no estoy sola, y que tendré quién me levante cada vez que caiga al suelo de espaldas. Durante mucho tiempo pensé que la gente me quería por quién creía que yo era, y no por quién yo era de verdad. Creía que desaparecerían si supieran lo que escondo. Pero no lo hicieron. Todos siguen ahí, Apoyándome más que nunca. Todos están volcados en ayudarme a salir de esta, y sinceramente me siento mal por hacer que se preocupen y recibir tantas consideraciones que en mi opinión, no merezco. Pero realmente tenerlos a ellos es magnífico. Lo mejor con lo que podría contar. Me da fuerzas ver que hay gente que me quiere, incluso ahora que saben mis defectos. Me da una razón para vivir, pues cada momento con ellos es un recuerdo que merece ser vivido a pesar de lo malo que pueda ser el resto de la semana. Son el atisbo de esperanza que necesito para levantar el vuelo. Los quiero con locura, y daría todo por ellos; es más, espero poder algún día devolverles la mitad de lo que han hecho todos por mí.
Ellos, son más que amigos. Son familia.
sábado, 22 de noviembre de 2014
Sigo sintiéndome muy perdida. Y además, me siento como si estuviese loca y no tuviese control de nada de lo que hay a mi alrededor, ni de mi propia mente, ni de mi propia vida.
Debería hablar. Con la gente que me quiere y que no sabe dónde he estado hoy. Porque hay algo que puede que haga cambiar un poco mi estado de ánimo o mi carácter durante un tiempo y deberían estar avisados. En realidad estoy asustada con eso. No sé qué debo esperar.
lunes, 17 de noviembre de 2014
La ansiedad me bloquea hoy.
Y no sé como acabar con ella. Estoy asustada. Quiero la ayuda y no la quiero. No estoy preparada. Creo que no la merezco. Me siento un fracaso, debí haber llegado más lejos antes de fallar pero mírame.
Las voces gritan alto hoy. No soy capaz de enfrentarlas. Tienen razón. No puedo lidiar con ellas más. Estoy cansada. Necesito que paren necesito descansar necesito cumplir mis objetivos es la única forma de hacer que paren.
domingo, 16 de noviembre de 2014
Tal vez, la luz está por llegar.
Como mencioné se me dio un ultimátum. Y no me quedó más opción que quitar la sábana y descubrir lo que se escondía debajo de ella. Y he de decir que no ha sido para nada tan malo como esperaba. Aunque ha habido cosas que no desvelé (ni tengo intención de hacerlo; solo un par de personas saben acerca de esto, que desaparecerá si lo hacen a su vez los problemas que si conté) si hablé como pude de la esencia de todo esto, aunque no sé qué tal me explicaría. Pasé mucho rato llorando, con mi padre abrazándome con una ternura increíble, tratando de explicarme de la mejor manera posible. Ahí me di cuenta de que el haberme estado distanciando de mi padre un poco, por el hecho de que él no aceptaba lo que yo quería para mí, había sido un gran e iluso error; ahora veo que discutir con él, que es lo que más quiero en este mundo, no merecía la pena, y a la vista está de los hechos. Me siento estúpida por ello, y estúpida en general, por múltiples motivos, y uno de ellos es que afronté esto siempre sola, y cuándo lo compartí con alguien, fue con la persona equivocada, la única de todas las personas a mi alrededor que podría dejarme sola y hacerme caer, como así hizo. Entono el mea culpa. Porque pensé que su corazón era tan grande, por saber mis peores secretos y no abandonarme, que confié casi plenamente en él. Creía que merecía que se fuese, y que no lo hiciese, me pareció la mayor muestra de amor. Mas al final lo hizo, pero cuándo estuve en el suelo, cuándo caí con los dientes y no pude levantarme, quiénes estuvieron allí y no se fueron - ni tienen intención de irse - fueron otros; otros a los que estaba consumiendo con mi imagen cada día más descompuesta y apagada. Ellos eran quiénes de verdad podían ayudarme a salir de dónde me encontraba, y no iban a soltar la cuerda cuando estaba ya a medio camino de salir del pozo, como me sucedió. Realmente hoy puedo creer en que existe una luz y una esperanza para mí. Los pensamientos negativos aún me acometen; las voces, aún no callan; la oscuridad sigue ahí, pero ahora al menos hay algo tratando de combatirlo, y ya es un paso. Ahora sé que no estoy sola. Los mensajes de apoyos de mis amigos y familia no han parado de llegar en estos días, rogándome que me deje ayudar, que si necesito ayuda, ellos estarán allí pase lo que pase. Y eso me da fuerzas. Sigo asustada, porque no sé que va a pasar. Son tiempos convulsos. Pero al menos una parte de mí tiene ganas de afrontarlo. Al menos una parte de mí confía en volver a ver la luz al final del túnel.
viernes, 14 de noviembre de 2014
Tiempo del ultimátum.
Por una parte quiero hablar. Quiero creer que hay esperanza. El otro día, hablando con estas personas a las que le conté mis problemas de mierda, vi un rayo de luz, escapándose de entre la nube de tinieblas. Y me hizo querer salir de la oscuridad. Porque sinceramente, la vida aquí carece de sentido; te encierra entre cuatro paredes, perdido en la negrura y no te deja apreciar lo que pasa a tu alrededor; por eso estás siempre como ausente.
Por otra parte no quiero hablar. A la vergüenza y al miedo a causar odio y frustración entre las personas que quiero, se une la voz de la que he estado hablando todo este tiempo, esa que siempre está tratando de hacerme ver lo inmundo de mi persona, que me dice que pronto me he rendido; que no he llegado a mis objetivos, que no merezco ayuda, que soy débil, que exagero, que soy escoria.
Así que no sé que voy a hacer, ni qué va a pasar. Yo solo quiero que el dolor y la angustia y el odio hacia mi misma y todos estos sentimientos negativos paren. Pero no sé como hacerlos parar. Y eso me desespera.
martes, 11 de noviembre de 2014
Un día más.
Un día más con este peso sobre mis hombros y esta presión sobre mi pecho. Hoy se me ha hecho exageradamente difícil; un sueño me alegró la noche mientras fue real, pero cuándo me desperté volví a chocar a toda velocidad con una realidad de acero. No he podido quitarme todo esto de las cabeza en todo el día, hecho que ha estado drenando mi energía y mi entereza, hasta el punto de que en algún momento pensaba que no podría soportarlo más y que me pondría a llorar allí mismo, lo que sería penoso y vergonzoso por mi parte. Hoy no es un gran día, desde luego, pues incluso ahora escribo esto sin poder controlar mis signos de flaqueza. Hoy es un día en el que me muerde con voracidad la culpa; hoy siento que todo es culpa mía, desde el principio; por alguna razón he llegado a la conclusión de que sí que existió un amor realmente fuerte y real, pero que yo me encargué personalmente de matarlo con mis miedos, inseguridades, mi cobardía, mis épocas de distanciamiento, y por ello él, cansado de tantas caídas decidió no entregar más, y dejarme como una opción para por si, ya que me había dado por perdida. A pesar de mis teorías, yo veía, o creía ver tantísimo amor en su mirada y tan puro y tan real que nunca hubiera podido imaginar lo que se escondía debajo de la alfombra. No he podido olvidar esa mirada, y su recuerdo y el saber que no volveré a verla son como espinas directas a mis sentimientos. Los recuerdos en general me están destrozando, junto con la sensación continua de culpa. A cada paso que doy hay algo que me recuerda a los viejos tiempos ya sea los lugares donde alguna vez estuvimos, o las cosas de las que hablamos, el tan solo nombrar de su etnia o cualquier estupidez, sin tan solo mencionar cuándo mis sentidos lo perciben, cuándo lo escucho hablar o especialmente reír, cuándo le veo aparecer por la puerta o cuándo noto su olor cuándo pasa "cerca". Todo esto sabiendo que yo soy la máxima culpable de esta situación, pues si desde el principio yo le hubiese tratado como merecía, no se habría hartado de tratar de amarme y no hubiese necesitado buscar a otra persona mejor que pudiese dárselo. No estoy enfadada con él en absoluto; disgustada, desilusionada y con la confianza rota si. Pero no es su culpa, es mia. Fui yo quién decidió poner todo eso en él. Probablemente él no sabía que me estaba ilusionando de esa manera y que me estaba aferrando a esas ilusiones para salir a flote de mis propios problemas.
Ahora simplemente me queda resurgir del vacío, hacerme a la idea de la soledad permanentemente, pues seamos realistas, nadie podría ser capaz de amar a alguien como yo incondicionalmente. Ya me extrañaba a mí que pudiese pasar esta vez... Realmente tampoco me importa demasiado. Mis ganas de tratar de confiar en alguien o de amarlo o de pasar mi vida con ella son nulas. Esos ideales románticos a los que me estaba haciendo han desaparecido tan rápido como llegaron. Nunca he querido una pareja. Hasta que apareció él y rompió mis esquemas. Pero sin él ya nada de eso importa. Trataré de aferrar mi existencia al hecho de usarla para algo que merezca la pena, como ayudar a los demás; porque necesito creer que valgo para algo. No obstante, no me veo capaz de lograr la nota que necesito para entrar en mi carrera pues soy incapaz de concentrarme ni de ponerme enserio. Así que parece que la otra razón de mi existencia se caerá también.
He sentido ganas de dejar bachillerato, porque no me veo capaz de hacerlo frente. Además, siento que soy una molestia para él, en el medio entre sus amigos y él. Un incordio que solo lo amarga y disgusta. Bueno, la imagen de mi persona es hoy ligeramente pésima. Esperemos que cambie un poco mañana o si no que infierno. Necesito descansar de esto ya antes de que acabe con todas mis energías.
lunes, 10 de noviembre de 2014
El cielo aún sigue gris.
viernes, 7 de noviembre de 2014
El infierno continúa.
lunes, 3 de noviembre de 2014
Incapaz de dormir para siempre.
domingo, 2 de noviembre de 2014
Cuándo un destrozado corazón decide dejar de latir.
Fui, soy y seré desconfiada no por que la vida lo haya querido así, si no por razones fundamentadas. Es una ventaja en ciertos momentos, pero una desventaja cuando te impide hacer vida normal. Pero aún así, llega un momento en el que aparece alguien en el que quieres confiar, en el que necesitas hacerlo. Pero te cuesta, se hace duro; se hace una lucha entre ti y ti mismo, sobre quién está pensando más cuerdo de los dos. Pero al final uno gana. Y en mi caso, gano el que decía que se debía confiar. Desde luego, desde las profundidades de mi mente cansada llegaba el eco de los consejos del otro ente que me decía que era un error. Pero aún así, puse la mayor parte de mi confianza en juego. Y perdí. Y escuché las carcajadas de aquel que me decía que todo el mundo es traicionero y que nadie a mi alrededor soltara el cuchillo preparado para mi espalda. Y yo me siento avergonzada y dolida por haber dejado caer mis barreras; mas ya todo está perdido.
Lo peor de todo, aunque lo parezca, no es esto; no es la traición a mi confianza y la terrible desilusión que conllevó lo que más pesa a mi alma, es algo peor. Es saber que sentías un amor tan grande y tan fuerte, que aunque no sabías expresar, luchabas por sacar fuera y dárselo, entregárselo; porque eso era lo que querías hacer aunque costase, y luchabas otra vez con tus demonios para que te dejasen hacer una vida normal, que por favor te dejasen estar con él y hacerle feliz porque lo merecía, que te dejasen quitarte el lastre que suponían tus traumas, tus desórdenes, tus miedos, y que te dejaran sucumbir al amor. El amor más grande que jamás había tenido cabida en un corazón maltrecho y malherido, pero que se esforzaba por estar ahí, Y después de todo el esfuerzo, después de discusiones con tu persona y con quiénes te rodean, que no lo aprobaban, después de todo, en el momento cúspide, en el apogeo del sentimiento, la noticia llega, como un huracán despiadado, como un terremoto implacable, como un ente cogiendo con ternura tu alma, tu corazón y tu existencia, y tras mirarte fijamente a los ojos, decide estrellarlo contra el suelo, dejando todo tan destrozado que por más que desesperado buscas todos los pedazos, te das cuenta de que es imposible de recomponer. Y quizás exagero, quizás soy simplemente una sentimental de mierda que es herida al más mínimo error, pero fuera como fuese, es así como es sentido y es así como afecta, y el resto poco importa.
Ahora, más tranquila, tratando de entrar en la fase de aceptación (aunque cueste..) tras horas de llantos descontrolados, una noche de insomnio, un terrible encogimiento del corazón que se niega a volver a mostrarse, tras quedar tan desfigurado tras todo esto, llego a una fase en la que las lágrimas brotan, sí, pero ya no hay histeria en el llanto, es tranquilo, aceptando su suerte. Ya no hay más "no puede ser, no puede ser, él no... él no haría eso", ahora se han abierto paso los "Debí haber supuesto que podría pasar", "imbécil, eres eso, una imbécil, y así es como todos te verán, incluso él" y los "Es por mi culpa, siempre es por mi culpa, nunca soy suficiente, bastante aguantó", y tras esto se irá abriendo camino el sin sentir, el caminar con la mirada perdida y los ojos cansados de tantas lágrimas, lágrimas que tonta de mí prometí no volver a derramar y mírame, y caminaré sin sentido y sin rigor, tan solo cavilando si debo o no hacer lo que en mi cabeza se abre camino poco a poco con más fuerza que cualquier otro pensamiento; pues basé mi recuperación en su figura y ahora sin él todo está perdido. Habiendo perdido mi único elemento de fe, mi única unión a la felicidad de la existencia, me planteo muchas cosas. Aparte de recaer en viejos e insanos hábitos (que había dejado a un lado en mis últimos buenos tiempos) no veo esperanza alguna o un futuro que merezca ser labrado. Mi ilusión se ha ido lejos. No queda nada más en mí que un dolor punzante y agudo que me oprime, y una profunda tristeza que aplaca cualquier otra sensación. Con un poco de suerte, todo esto irá desapareciendo y dejará paso a la insensibilidad, que por otra parte puede ser peor que todo esto.
Me siento perdida. Me siento como un cachorro en una cuneta. No sé que hacer con mi vida ni con todo lo que siento. Aunque puede que todo esto deje de ser un problema pronto. Depende de cuál de mis dos conciencias gane.