martes, 11 de noviembre de 2014

Un día más.

Un día más con este peso sobre mis hombros y esta presión sobre mi pecho. Hoy se me ha hecho exageradamente difícil; un sueño me alegró la noche mientras fue real, pero cuándo me desperté volví a chocar a toda velocidad con una realidad de acero. No he podido quitarme todo esto de las cabeza en todo el día, hecho que ha estado drenando mi energía y mi entereza, hasta el punto de que en algún momento pensaba que no podría soportarlo más y que me pondría a llorar allí mismo, lo que sería penoso y vergonzoso por mi parte. Hoy no es un gran día, desde luego, pues incluso ahora escribo esto sin poder controlar mis signos de flaqueza. Hoy es un día en el que me muerde con voracidad la culpa; hoy siento que todo es culpa mía, desde el principio; por alguna razón he llegado a la conclusión de que sí que existió un amor realmente fuerte y real, pero que yo me encargué personalmente de matarlo con mis miedos, inseguridades, mi cobardía, mis épocas de distanciamiento, y por ello él, cansado de tantas caídas decidió no entregar más, y dejarme como una opción para por si, ya que me había dado por perdida. A pesar de mis teorías, yo veía, o creía ver tantísimo amor en su mirada y tan puro y tan real que nunca hubiera podido imaginar lo que se escondía debajo de la alfombra. No he podido olvidar esa mirada, y su recuerdo y el saber que no volveré a verla son como espinas directas a mis sentimientos. Los recuerdos en general me están destrozando, junto con la sensación continua de culpa. A cada paso que doy hay algo que me recuerda a los viejos tiempos ya sea los lugares donde alguna vez estuvimos, o las cosas de las que hablamos, el tan solo nombrar de su etnia o cualquier estupidez, sin tan solo mencionar cuándo mis sentidos lo perciben, cuándo lo escucho hablar o especialmente reír, cuándo le veo aparecer por la puerta o cuándo noto su olor cuándo pasa "cerca". Todo esto sabiendo que yo soy la máxima culpable de esta situación, pues si desde el principio yo le hubiese tratado como merecía, no se habría hartado de tratar de amarme y no hubiese necesitado buscar a otra persona mejor que pudiese dárselo. No estoy enfadada con él en absoluto; disgustada, desilusionada y con la confianza rota si. Pero no es su culpa, es mia. Fui yo quién decidió poner todo eso en él. Probablemente él no sabía que me estaba ilusionando de esa manera y que me estaba aferrando a esas ilusiones para salir a flote de mis propios problemas.
Ahora simplemente me queda resurgir del vacío, hacerme a la idea de la soledad permanentemente, pues seamos realistas, nadie podría ser capaz de amar a alguien como yo incondicionalmente. Ya me extrañaba a mí que pudiese pasar esta vez... Realmente tampoco me importa demasiado. Mis ganas de tratar de confiar en alguien o de amarlo o de pasar mi vida con ella son nulas. Esos ideales románticos a los que me estaba haciendo han desaparecido tan rápido como llegaron. Nunca he querido una pareja. Hasta que apareció él y rompió mis esquemas. Pero sin él ya nada de eso importa. Trataré de aferrar mi existencia al hecho de usarla para algo que merezca la pena, como ayudar a los demás; porque necesito creer que valgo para algo. No obstante, no me veo capaz de lograr la nota que necesito para entrar en mi carrera pues soy incapaz de concentrarme ni de ponerme enserio. Así que parece que la otra razón de mi existencia se caerá también.

He sentido ganas de dejar bachillerato, porque no me veo capaz de hacerlo frente. Además, siento que soy una molestia para él, en el medio entre sus amigos y él. Un incordio que solo lo amarga y disgusta. Bueno, la imagen de mi persona es hoy ligeramente pésima. Esperemos que cambie un poco mañana o si no que infierno. Necesito descansar de esto ya antes de que acabe con todas mis energías.

No hay comentarios:

Publicar un comentario