lunes, 19 de enero de 2015

Momento de introspección, corazón y alma a flor de piel.

La vida da muchas vueltas, pero el destino es el destino. Sea como fuere, lo que esté destinado a ser, será, y lo que no, no será. No sé qué fuerzas son las que producen este fenómeno, el tiempo predestinado a ser, el magnetismo del cosmos o quién sabe, quizás algún ser superior que mueve las cosas. Sea como fuere, le estoy agradecido por poco a poco ir poniendo las cosas en su lugar. Vivir lo que estoy viviendo, para mí es como un sueño, más teniendo en cuenta que los buenos tiempos vinieron tras una temporada de pesadilla, en la que perdí a la persona que más quería y por lo que, unido a otros problemas que yo ya tenía, estuvo rozando con la punta de los dedos la línea entre la muerte y la vida.
Pero sea como fuere, eso se ha acabado, y espero nunca volverá. Quién si volvió fue aquella persona, que hoy forma parte de mi vida otra vez. Muchas personas me han criticado por esto, pero he hecho oídos sordos. Dicen que me arriesgo a perder otra vez, pero yo solo pienso en qué pasará si puedo ganar.
Lo único importante ahora mismo para mí, es que estoy rehaciendo mi vida, con él en ella, cosa que me está ayudando bastante, y a pesar de ser una persona difícil, con mil traumas, bloqueos y problemas que superar, que me estresan y me entristecen por no poder dar, a pesar de lo mucho que siento, tanto como me gustaría; no ser capaz de demostrar con actos cómo se siente dentro en el alma, él es paciente y comprensivo, y se está comportando como un verdadero amigo, amante y compañero. Nadie sabe bien cuánto desearía poder hacer las cosas con la facilidad con la que las hacen las personas normales, no ser... Como yo soy, pero no es algo que pueda evitar. Supongo que debo ser paciente yo también, y dejar que el tiempo y el cariño hagan su mella. Gracias a dios, tengo a un hombre bueno y afectuoso sujetándome la mano a lo largo del camino, y siendo mi guía en los momentos en los que la oscuridad de mis demonios no me deja ver. Hoy me agradecía mil veces lo que hago por él. Yo no soy capaz de agradecerle lo suficiente lo que él hace por mí. Quedarse conmigo cuando nadie lo haría. Soportarme y quererme incondicionalmente. Es la persona a la que amo, y solo con él quiero recorrer el camino. Siento miedo, miedo ante todo, ante mi propia persona, ante el futuro, ante la incertidumbre. Pero por eso disfruto tanto abrazándole. Él me transmite calma. El hace todo mucho más fácil. Y eso, eso me da fuerzas.

sábado, 17 de enero de 2015

Cruce de caminos.

He de decir que me encuentro confusa, y en una disyuntiva. Algo ha cambiado en mí. No sé si me he vuelto peor persona, o simplemente he despertado y estoy de vuelta a la realidad, o si es que simplemente tengo miedo. Hace bastante poco mi alma estaba completamente deseosa de ayudar a los demás, de brindar a la humanidad esperanza, de ser la sangre nueva y renovada del bien y de los buenos valores. Ahora... No siento eso. Siento recelos a la hora de acercarme a tratar de ayudar a alguien, siento, cuándo pienso en el ser humano en general, que en la mayoría de los casos siempre hay malas intenciones, y que no son de fiar. Irónico cuándo yo soy uno de ellos, ¿no? La cosa es que, tras mi problema, mi desengaño tan reciente, me quedé tan profundamente dolida y asustada, tan irremediablemente marcada, que rechacé todo lo que tenía que ver con las personas, todo, e incluso, aunque suene estúpido o de un nivel de frikismo demasiado superior, llegue a declararme como una "hobbit" pues no sentía que quería ser humana nunca más. En esos momentos, encontré la calma centrando mis pensamientos en unos seres mucho más puros y sinceros, y además, mucho más merecedores de bondades. Encontré en los animales a unos que si merecían mis esfuerzos, que no eran culpables de delito alguno; encontré en ellos la pureza y la inocencia que buscaba, y el no tener miedo. Y ahora me encuentro en la disyuntiva, de a qué quiero yo dedicar mi vida. Mi intención era trabajar para las personas, y dedicar mi tiempo libre a los animales, porque creía que eran los que realmente lo merecían. Pero tras esta situación de la que he hablado, me replanteé muchas cosas, y una de ellas fue por qué no hacer de mi trabajo aquello a lo que dedicaría mi tiempo libre con placer. No sé que hacer. Y todo depende de muchos factores. Por ahora, solo esperar. Solo pensar.

Cruce de caminos.

He de decir que me encuentro confusa, y en una disyuntiva. Algo ha cambiado en mí. No sé si me he vuelto peor persona, o simplemente he despertado y estoy de vuelta a la realidad, o si es que simplemente tengo miedo. Hace bastante poco mi alma estaba completamente deseosa de ayudar a los demás, de brindar a la humanidad esperanza, de ser la sangre nueva y renovada del bien y de los buenos valores. Ahora... No siento eso. Siento recelos a la hora de acercarme a tratar de ayudar a alguien, siento, cuándo pienso en el ser humano en general, que en la mayoría de los casos siempre hay malas intenciones, y que no son de fiar. Irónico cuándo yo soy uno de ellos, ¿no? La cosa es que, tras mi problema, mi desengaño tan reciente, me quedé tan profundamente dolida y asustada, tan irremediablemente marcada, que rechacé todo lo que tenía que ver con las personas, todo, e incluso, aunque suene estúpido o de un nivel de frikismo demasiado superior, llegue a declararme como una "hobbit" pues no sentía que quería ser humana nunca más. En esos momentos, encontré la calma centrando mis pensamientos en unos seres mucho más puros y sinceros, y además, mucho más merecedores de bondades. Encontré en los animales a unos que si merecían mis esfuerzos, que no eran culpables de delito alguno; encontré en ellos la pureza y la inocencia que buscaba, y el no tener miedo. Y ahora me encuentro en la disyuntiva, de a qué quiero yo dedicar mi vida. Mi intención era trabajar para las personas, y dedicar mi tiempo libre a los animales, porque creía que eran los que realmente lo merecían. Pero tras esta situación de la que he hablado, me replanteé muchas cosas, y una de ellas fue por qué no hacer de mi trabajo aquello a lo que dedicaría mi tiempo libre con placer. No sé que hacer. Y todo depende de muchos factores. Por ahora, solo esperar. Solo pensar.

lunes, 12 de enero de 2015

Fighting.

Sigo aquí. Estoy viva. Sigue siendo difícil. Sigo luchando. Trato de convencerme de que merezco la pena. Invocando a mi autoestima y a mi amor propio. Las voces vuelven a hablar. Yo estoy harta de ser mi propio mayor enemigo. Necesito descansar. Necesito hallar cierta paz. Es tan difícil de entender, que ni siquiera yo lo logro realmente. Sigo confusa, y estoy perdida, sin lograr agarrar alguna mano que me saque de este vacío, de este sentimiento de flotar en el universo oscuro, impenetrable, en dirección a la nada. Una mano que empuje de mi hacia arriba y me saque de las aguas profundas, carentes de luz y de vida, en las que me he ido hundiendo lentamente.

domingo, 11 de enero de 2015

.

La recuperación es fácil cuando el camino es todo hacia adelante, con terreno llano y campos cultivados y árboles frutales a tu alrededor; cuando los ángeles te cubren con sus alas y te escoltan hacia tu destino. Pero cuándo entras en terreno baldío y te sumerges en la oscuridad de la noche, te pierdes en la negrura del vacío y sin guardianes que te protejan, es bastante más difícil. Y es un tramo inevitable, al cual debes enfrentarte varias veces a lo largo de tu historia de batallas por la superación; no hay escapatoria posible. Y esto llega, y te hace creer que todo lo que lograste se ha perdido; y te encuentras de nuevo con las voces, te encuentras de nuevo con los demonios que te consumen y te acorralan, mientras tu retrocedes hasta quedarte hecho una bola en alguna esquina, con la oscuridad llenándolo todo, sintiéndote una persona rota y frágil viviendo en un mundo de sombras. Te culpas de todo ello. No lo entiendes. Es tu mente. Es tu cerebro. Son tus emociones. Deberías poder controlarlos. Pero no es así; no puedes. Y eso te hace sentir estúpido y débil, inservible y patético. Es triste. Es difícil. Ni siquiera discernir lo que quieres o lo que estás pensando. El dolor está aquí, La tristeza. ¿Es irracional? Posiblemente. Pero no puedo hacerlo desaparecer. Está en mi ser, ha echado raíces, se ha convertido en costumbre, se ha aferrado a mi alma, apresándola y alimentándose de toda la luz que un día tuvo. ¿Cómo superar los miedos?¿Cómo superar el bloqueo?¿Cómo superar el auto-odio?¿Cómo superar el sufrimiento pasado, como volver a disfrutar del presente, cuándo el dolor fue tiempo atrás la única patria que conocí? No lo sé. Probablemente estoy en una de mis crisis. Me dan a veces. Síntomas de la "enfermedad" o como se prefiera llamarlo. Bah. No sé si soy yo o qué soy más. Me siento hundida. Confusa. Embotada. No tengo fuerzas hoy. A ver qué tal mañana. Esto es una montaña rusa y hoy estoy en la parte baja. Estoy con la espalda contra la pared y una daga apuntando a mi pecho, y aunque hoy ya no quiero morir, aunque hoy ya no ansío con la fuerza de antes que todo acabase, para rendirme y dejar de luchar, no significa que siga siendo fácil. Significa que al menos ya no estoy en el suelo de rodillas sin poder alzar la cabeza, significa que aunque con torpeza y pasos lentos, me he levantado del suelo y he vuelto a tomar la espada para poder combatir. Olvidé que era fuerte. Olvidé que podía con todo. Y aún así se me olvida a veces. Pero estoy aquí. Y al menos lo estoy intentando.

jueves, 1 de enero de 2015

Reflexiones.

Mira a la luna. En sus destellos se ilumina la esperanza de un corazón risueño cabalgando entre  las estrellas. No hay sueños que puedan ser rotos, no hay ilusiones que puedan ser marchitas, si el corazón se dispone a luchar por ellas hasta el último y melancólico latido. Acecha la oscuridad en cada esquina, y desborda desde los anales de la historia las almas de los seres racionales predispuestos al dolor. Y aunque parezca imposible luchar contra esa fuerza invisible, implacable, no lo es. Puede combatirse con otro ente intangible mas fuerte que el puro titanio: la fe. Y no estoy hablando de la fe en un ser superior que alivie nuestras cargas y perdone nuestras faltas, si no la fe en la bravura de nuestros corazones, la brillantez de nuestras mentes y la pureza de nuestras almas. Así y solo así, puede combatirse la oscuridad que nos acomete día tras día, desangrándonos cuán sanguijuela, lenta pero continuadamente, subiéndose a nuestras espaldas y dificultándonos nuestro camino hacia nuestro destino, acongojándonos e impidiéndonos respirar, tratando de que cesemos de trabajar por nuestras ilusiones. Y es bien cierto que esta fuerza penetra en tu mente y te destroza, que te tira de rodillas, contamina tu alma y enturbia tus pensamientos, pero aún así, debes ser consciente y buscar la luz que lo disuelva, que te enseñe hacia dónde arrastrarte, y te permita volver a moverte y no estancarte en una vida vacía, que es lo mismo que la triste y decadente muerte.