martes, 3 de marzo de 2015

El amor se abre camino, y escribo aquello que no estaba acostumbrada a escribir.

Y aunque pareces sombra, eres la luz que permite los reflejos de una realidad profunda. Eres la espina clavada que mueve la daga. Eres quién permite nadar más allá de los sueños, quién permite tocar la alejada orilla de los paraísos de los poetas y de los enamorados. Descubrir nuevos mundos. Tierras inexploradas. Territorios baldíos en los que ahora florecen lirios y amapolas, melancólicas rosas de azul tenue y flores de azahar. No hay nada más que pudiera desearse, si tras llegar con un corazón sin latidos y un alma pronto inerte, consigues encontrar aquí la fuente de vida que calme tu sed y reanime tu espíritu.
Nunca fui persona con necesidad de amoríos ni apetito lujurioso, tampoco persona de corazón ardiente ni raudos sentimientos, mas hoy tengo el corazón tan enamorado en mi pecho, que a poco siento que a veces se me desboca. El simple hecho de poder sentir su calor cerca o unas simples manos acariciando las mías es miel de jugosas flores; el simple hecho de sentir la ternura de su abrazo y sentir como me estrecha, acercándome a él, pudiendo apoyar mi cabeza en su pecho, sintiendo sus latidos, me genera paz, tranquilidad, y una sensación de protección. Sus labios se han convertido en una secreta adicción, pues a poco que cojo valentía para acercarme a ellos una primera vez, me es difícil alejarme de los besos de quién me vio caer y renacer.
Hoy soy alma enamorada, mujer de corazón enchido y pletórico; hoy soy quién nunca pensé convertirme en ser; el espíritu perdido sin su amado.

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