Y os perseguí durante días, hasta encontrar el momento oportuno, me abalancé sobre tí, el mayor culpable,con sed de sangre, y en tus ojos percibí el terror que congelaba tus movimientos. Eso paró mi locura, me devolvió la cordura. Eso me hizo darme cuenta de que no era una asesina, que tan sólo eran los demonios, los fantasmas que habitan en cada uno, que despertados por la ira se habían apoderado de mí.
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