jueves, 12 de julio de 2012

Qué tendrás tu, tu aroma, tu ser, tu única presencia, que me hace sentir más que nadie en toda la vida que he pasado. El brillo, esa luz tan especial que posees, me deslumbra a cada paso que das, obligándome a seguir avanzando a tu compás. Tan cálido tu aliento, cálida alma, tu calor lo único que permite a mi corazón no entumecerse cada duro día de invierno.
La dulzura en cada una de tus palabras; voz melodiosa, limpia y pura, capaz de hacer sombra a los más hábiles ángeles cuando se disponen a cantar. En el preciso instante en el que entonas una simple nota, el mundo entero para de girar y se detiene tan sólo para escucharte.
El brillo en tus ojos, brillo que quizás el mundo hizo que se perdiera, con sus ignorancia, su envidia y su corazón ennegrecido por el hollín de la falta de valores, de fe y de alma. Ese brillo, esa mirada curiosa y despierta y tan tierna que hacía que cada persona a la que mirases se deslizara hasta tus pies.
Triste destino y mal merecido; almas necesarias en este momento que se deshacen y se esfuman como las olas contras las rocas de la exuberante costa. Almas que hemos obligado a arrastrarse y a sumirse en un destino injusto y terrible, que no merecían ninguno de ellos. Pero mi amor, quizás no aprendimos. Quizás nunca entendimos.
Siempre he pensado que los genios no hablan nuestra lengua; la gente cree escucharlos, alaba sus sabias palabras pero aún así las olvidan, las relegan a un apartado de la mente, ese mismo apartado donde han quedado relegados los valores que la humanidad a perdido.
Pero que sea consciente de ello no significa que yo no sea distinta. Puede que tan sólo sea otro clon más de la sociedad, bailando al compás que marcan políticos corruptos, peces gordos, y el capitalismo absoluto y abusivo en el que vivimos, causa de la globalización.
Llega un momento en el que despiertas, piensas y reflexionas. No puedes tardar mucho en darte cuenta de la  farsa en la que vivimos, lo que creemos y llamamos vida; existencia carente de sentido y que no goza de un pleno sentido de la realidad.
Pero qué puedo hacer yo. Qué puedo decir yo. Qué puedo pensar yo.

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