- Lo serás. Ya sea porque me temas o porque me ames; y eso lo eliges tú. ¿Mujer? Pequeña, aún te queda para convertirte en eso- Dijo él con una media sonrisa, acortando la cadena que sujetaba, candada al collar de Nina, y acercándose a ella, con paso lento y firme. Ella se giró hacia él, mirándole duramente, con recelo.
- Y cuando sea la perfecta sumisa acabaré enterrada a dos metros bajo tierra como las demás. Nunca gano. Prefiero seguir desobedeciéndote hasta cuando me aguante el cuerpo.
El la agarró del mentón con cierta brusquedad, aunque luego relajó el semblante y la presión y empezó a acariciarla la cara, mientras ella se mantenía quieta, con desconfianza.
- Tu no eres como las demás, nena; no compares vuestros destinos. No me desharía de mi favorita.
- Permíteme la concesión de no creer en tus palabras - Ironizó ella, echándole valor por otra parte; ninguna de las chicas se atrevería a contestarle por las represalias. Eran más prudentes. Se comportaban como cabría esperar después de largas temporadas de confinamiento, torturas y acondicionamiento. Pero ella sabía que no podía dejarse caer en eso o él habría ganado. Era la única que era capaz de mantener una conversación cabal con él, la única que seguía siendo algo así como un ser humano y no un objeto más. Por eso quizás estaba tan interesado en ella, por tener el mérito de romperla, más aún de lo que ya estaba por todo; doblegarla después de todo lo que había luchado por permanecer indomable.
- Deberías. Dije que iría a verte al coliseo y fui, ¿verdad? Y no te dije que tenía pensado traerte conmigo, pero lo tuve claro desde el primer momento y lo cumplí. Soy un hombre de palabra. Ahora vives mejor que cuando estabas en las peleas, no me digas que no.
- Sí, fuiste, eso es verdad. Sí, vivo mejor, al margen de que no podría seguir peleando y habría muerto a estas alturas. Pero eso no significa que esté bien lo que haces. Yo soy libre. No tienes derecho a retenerme y castigarme. - Lo dijo seria, sin emociones, no iba a dramatizar.
- Alma inocente, aún eres joven para entenderlo, pero créeme, verás las cosas de otro modo cuando crezcas un poco. Así es como deben ser las cosas, es lo natural - Vio que ella iba a hablar para rebatirle, y puso un dedo sobre sus labios, para callarla - No. No me discutas o conseguirás que me enfade. Vamos a dentro, ya es hora de que vuelvas con las demás. No habrá castigo hoy. Considéralo una tregua; no pienses que voy a dejar de reprenderte por tu desobediencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario