domingo, 11 de marzo de 2012

borrador.

"En ese momento supo que tenía que tomar una decisión. Supo que no podía poner más vidas en peligro. Supo, que tenía que acabar con él, aunque no sabía muy bien como.
Ella era consciente de que él la observaba, desde hace mucho tiempo; sabía la enferma obsesión que sentía hacia ella. Un escalofrío le recorrió la espalda. Podía negar todo lo que quisiese que no tenía miedo, que era un ser que ni sentía ni padecía; pero los horrores que allí vivió, que tuvo que presenciar y que sentir en su propia piel, no podían olvidarse rápidamente. Había quedado marcada física y psicológicamente de por vida.
Recordaba, el inerte y destrozado cuerpo por horas de torturas y meses de cautiverio, de su hermana y de todas aquellas niñas de no más de 13 años. Recordaba como sus rostros hinchados, con los ojos abiertos, la miraban pidiendo auxilio, clemencia. Recordaba lo difícil de mantener la mirada, de no demostrar signos de flaqueza ante aquel monstruo, al saber todo lo que ellas habían sufrido hasta morir. Ella misma, había tenido que sentir el dolor, había tenido que sentir las quemaduras, los latigazos; los hierros destrozando la piel. Pero sabía que tenía que hacerlo, que no podía dejar que siguiera haciéndole aquello a más chiquillas, y no podía ponerle en peligro a él, el único que había sido piadoso con ella desde hace mucho tiempo".

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